viernes, 24 de febrero de 2012

Ego


Ego
>
> Estaba el Buda meditando en la espesura junto a sus discípulos, cuando
> se acercó un detractor espiritual que lo detestaba y aprovechando el
> momento de mayor concentración del Buda, lo insultó, lo escupió y le
> arrojó tierra.
>
> Buda salió del trance al instante y con una sonrisa plácida envolvió
> con compasión al agresor; sin embargo, los discípulos reaccionaron
> violentamente, atraparon al hombre y alzando palos y piedras,
> esperaron la orden del Buda para darle su merecido.
>
> Buda en un instante percibe la totalidad de la situación, y les ordena
> a los discípulos, que suelten al hombre y se dirige a este con
> suavidad y convicción diciéndole:
> -“Mire lo que usted generó en nosotros, nos expuso como un espejo
> muestra el verdadero rostro. Desde ahora le pido por favor que venga
> todos los días, a probar nuestra verdad o nuestra hipocresía. Usted
> vio que en un instante yo lo llené de amor, pero estos hombres que
> hace años me siguen por todos lados meditando y orando, demuestran no
> entender ni vivir el proceso de la unidad y quisieron responder con
> una agresión similar o mayor a la recibida.
> Regrese siempre que desee, usted es mi invitado de honor. Todo insulto
> suyo será bien recibido, como un estímulo para ver si vibramos alto, o
> es sólo un engaño de la mente esto de ver la unidad en todo”.
>
> Cuando escucharon esto, tanto los discípulos como el hombre, se
> retiraron de la presencia del Buda rápidamente, llenos de culpa, cada
> uno percibiendo la lección de grandeza del maestro y tratando de
> escapar de su mirada y de la vergüenza interna.
>
> A la mañana siguiente, el agresor, se presentó ante Buda, se arrojó a
> sus pies y le dijo en forma muy sentida.
>
> -“No pude dormir en toda la noche, la culpa es muy grande, le suplico
> que me perdone y me acepte junto a Usted”.
>
> Buda con una sonrisa en el rostro, le dijo: “Usted es libre de
> quedarse con nosotros, ya mismo; pero no puedo perdonarlo”.
> El hombre muy compungido, le pidió que por favor lo hiciera, ya que él
> era el maestro de la compasión, a lo que el Buda respondió:
>
> -“Entiéndame, claramente, para que alguien perdone, debe haber un ego
> herido; solo el ego herido, la falsa creencia de que uno es la
> personalidad, ese es quien puede perdonar, después de haber odiado, o
> resentido, se pasa a un nivel de cierto avance, con una trampa
> incluida, que es la necesidad de sentirse espiritualmente superior, a
> aquel que en su bajeza mental nos hirió. Sólo alguien que sigue viendo
> la dualidad, y se considera a sí mismo muy sabio, perdona, a aquel
> ignorante que le causó una herida”.
>
> Y continuó: “No es mi caso, yo lo veo como un alma afín, no me siento
> superior, no siento que me hayas herido, solo tengo amor en mi corazón
> por usted, no puedo perdonarlo, solo lo amo. Quien ama, ya no necesita
> perdonar.”
>
> El hombre no pudo disimular una cierta desilusión, ya que las palabras
> de Buda eran muy profundas para ser captadas por una mente llena
> todavía de turbulencia y necesidad, y ante esa mirada carente, el Buda
> añadió con comprensión infinita:
>
> -“Percibo lo que le pasa, vamos a resolverlo: Para perdonar, ya
> sabemos que necesitamos a alguien dispuesto a perdonar. Vamos a buscar
> a los discípulos, en su soberbia están todavía llenos de rencor, y les
> va a gustar mucho que usted les pida perdón. En su ignorancia se van a
> sentir magnánimos por perdonarlo, poderosos por darle su perdón, y
> usted también va a estar contento y tranquilo por recibirlo, va a
> sentir un reaseguro en su ego culposo, y así más o menos todos
> quedarán contentos y seguiremos meditando en el bosque, como si nada
> hubiera pasado”.
>
> Y así fue.

No hay comentarios:

Publicar un comentario